Universo 25
- acueval83

- 27 may 2023
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 4 abr 2024

En el intercambio de miradas
furtivas con sabrosos cebos,
aprendimos a eludir las trampas.
Roímos con cinceles el mundo
en busca de agua, comida y grietas
donde encubrirnos
en la oscuridad;
donde orinar, defecar
y; sobre todo, rozarnos con la piel.
También obedecimos la orden
de multiplicarnos como mandato divino.
¡Y de qué endogámica manera lo hicimos!
Cual nobles casas de abolengo
preservando señas de identidad.
¿Y qué más se podía pedir?
Si éramos próspera plaga
de saltarinas transmisoras de la peste,
si surcábamos los océanos
triunfadoras
en barcos mercantes,
si gozábamos como oportunistas comensales
en tugurios de comidas rápidas,
restaurantes distinguidos e, incluso,
en alcobas de la Casa Blanca
nos vieron danzar.
Mas todo ha sido vil espejismo.
Expuestas a una luz asfixiante,
acorraladas entre miles
de nuestros vástagos y de absurdas exigencias
inherentes a un exiguo territorio,
nos hemos tornado cambiantes
e impredecibles.
De tal manera que ora vivimos
rendidas a la desidia,
ora nos convertimos
en caníbales hastiadas
que atacan sin saber por qué;
como queriendo escapar
de la incertidumbre de este dichoso
callejón sin salida;
como apuradas en vestíbulos del fin:
tan marchitas, tan legítimas, tan pulcras…
quizás el Apocalipsis nos sorprendió
cuando nos olvidamos de ser ratas.



El poema para mí refleja la dualidad de la naturaleza humana, desde la supervivencia instintiva hasta las complejidades emocionales y psicológicas que enfrentamos en la vida.
Y cuando dice..
La idea de haber olvidado ser "ratas" puede interpretarse como haber perdido nuestra conexión con nuestra esencia más básica y natural, lo que nos lleva a enfrentar desafíos y dilemas existenciales.