Política
- acueval83
- 27 may 2023
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 2 feb 2024
La relevancia biográfica de esta
vaca muerta es
que vino al mundo para atesorar
constante el horizonte
en ejidos de sol,
sacudidos por el viento.
Y ahí entre prados de alta hierba,
las dehesas y su establo,
nada incomodó su complejo
y sensible espíritu
(salvo algún que otro azote
o algunas épocas de marchas trémulas
entre agudos tábanos).
Esta rumiante primigenia nunca escogió
entre emancipación o caudillaje,
fidelidad o relaciones libres,
castigo o perdón,
dogma o racionalismo;
quién sabe, quizás guardó
un botín inmenso de vanas ilusiones
que fracasaron antes de que nadie se enterase.
Esperó estoica la hora de
la puntilla y el ancho
cuchillo de sangrar.
Pero ella es una vaca muerta
y nosotros, seres humanos
en tiempos nefastos e
incompatibles con la buena fortuna,
donde todo aconseja no actuar
porque nada va a salir bien.
¿Qué hacer cuando nos asomamos
al horizonte y no vemos nada?
Nada salvo deseos,
nada salvo causas
irrevocables disueltas
en el mar de ignorancia.
Cavilamos sobre el sendero
del cual vinimos y sobre la esfera
en la cual aparecimos
y que parece que nos toca
arreglar.
En este desorden de cosas,
solamente nos queda una falacia y un destino:
aliviar la perspectiva de la muerte
buscando un fin trascendente y
luchar en grupo contra la desventura
ardua y fortuita.
Ya condenados a tanta vulgaridad,
quizás la política
sea nuestra fortuna y nuestra desdicha.

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