Monte Testaccio
- acueval83
- 27 may 2023
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 2 feb 2024

Buscabas en Roma a Roma
y ni siquiera allí la hallabas:
tan sólo apreciabas
un desierto
al cual (en los bajorrelieves de
sus columnas) habían llamado
“paz”;
y en los silencios cómplices
del Coliseo, el Foro o el Panteón
no imaginabas más
que graves togas y herreros
forjando grilletes
para todos aquellos
que quedaban por llegar.
Pero, al otro lado del Tíber,
en el monte Testaccio y en la
desembocadura
de la Cloaca Máxima
(donde aún berreaban las
sombrías ninfas del cólera),
por fin, deducías parodias truncas
de substancia inestimable:
gentíos de lamentos, ánforas rotas,
sobras de comida, cicutas,
ortigas y huesos de bebés
abandonados
en las centelleantes
páginas de una historia
inexistente que declamabas
sin cesar.
Fue en ese momento
cuando (demasiado tarde)
te quitaste la máscara y te
encontraste a Roma irascible
frente a ti;
en el escenario de comediantes
y agonistas
asesinados a golpes
por el público
sin que el crimen interrumpiera
el espectáculo.
Este poema es una suerte de diálogo o contestación al poema de Federico García Lorca titulado Grito hacia Roma. Del libro Poeta en Nueva York.